Así como nacen de la mano del hombre, con nobles propósitos de navegar, de cumplir con todos los requisitos que dicta el sentido común, la física, la estética y la tradición, algunos barcos tienen finales deshonrosos.
Es difícil ponerse a pensar en medio de una tormenta sobre principios de física, cuando el viento sopla haciendo silbar los obenques y las crestas de las olas se visten de blanco, cuando nunca alcanza el abrigo y uno descubre que los trajes de agua hacen generalmente honor a su nombre y siempre hay una lágrima que nos entra por la espada y digo que es difícil porque si uno conoce a su barco, confía en su fortaleza, en su docilidad para aceptar dejarse timonear y que cuando hunde la proa contra una ola, aunque se sumerja hasta la fogonadura , aunque sea en forma lenta la levante, chorreando agua por todos lados como sacándose un peso de encima y seguir la lucha contra la próxima ola que lo trata de sacar de rumbo y lo trata metódicamente de frenarlo, y así tenaz ciñendo o a un descuartelar el barco avanza vivo, con espíritu de lucha dando batalla y si algo falla o se rompe será la inventiva de los que van a bordo para poder arreglarse con maderas, alambre, cabos, colchonetas o lo que sea para que el barco siga vivo y peleando contra los elementos ……el barco es mucho más que maderas y tornillos es una entidad viva, con cuerpo de mujer y si tiene que morir debe hacerlo luchando……
Por eso dejarlo abandonado a su suerte como ese viejo Grumete que antes fue orgulloso y barnizado, es muy muy triste.
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